Después del ya mencionado Road Trip y por causas que muchos de ustedes conocen a la perfección regresé a Salamanca antes de lo previsto, llegué el lunes de semana Santa, esta festividad en España es como el 12 de Diciembre en México, para todo mi público culto a más no poder es el día de la Virgen de Guadalupe, donde millones de mexicanos van a la basílica a cantarle las mañanitas a nuestra Madre morena.
Y digo que es lo mismo porque se transforman las ciudades, los cófrades (miembros de las cofradías) ponen estandartes en los balcones de sus casas, los negocios ponen en sus aparadores pequeñas réplicas de los pasos (carruaje con una imagen que es cargada por los cófrades), las iglesias y oficinas de turismo reparten los horarios de las diferentes procesiones, desde el lunes hasta el domingo no deja de haber.
Es impresionante ver a los encapuchados tipo ku klux klan caminando por las calles llevando las imágenes mortuorias de Cristo y las vírgenes llorosas y desconsoladas.
Cada cofradía tiene sus propios colores, estandarte, imágenes y bandas de música, las procesiones normalmente están organizadas del mismo modo, primero va una cruz con algunos cófrades, algunos llevan incienso o algo más, después va una imagen con una banda de música atrás, cada imagen es cargada por más de 40 cófrades que se van meciendo mientras avanzan, la banda de música les va marcando el paso para que vayan parejos de un lado a otro.
La imagen ladeándose junto con la música de tambores y trompetas es impactante, la gente es muy respetuosa y sale a las calles en cantidades que yo no había visto en Salamanca, es realmente una procesión mortuoria, algunas amigas me decían que ellas no les gusta ir porque les da mucho miedo.
El trato que les dan a las imágenes de las Vírgenes es asombroso, las tratan como si fueran personas, “mañana a las doce sale la Sole” (Virgen de la soledad) que lastima de la lluvia que no dejó salir a la Espe (Nuestra Señora de la Esperanza).
Hubo dos momentos que me impactaron mucho, uno el viernes santo en la noche que es cuando ya ha muerto Cristo, sale en procesión la Virgen de la Soledad y lo primero que hace es visitar el templo donde está Nuestra Señora de la Esperanza, es un acto en verdad muy simbólico, que además es algo muy esperado, la gente llega desde una hora o dos antes al lugar para ver el encuentro.
El otro momento impresionante es conocido como el encuentro, el Domingo de resurrección, cuando el Cristo resucitado se encuentra con la Virgen de la Alegría, que viste un manto negro y cuando se encuentra con su Hijo se reviste de un manto blanco. Este evento se hace en la plaza mayor y van miembros de todas las cofradías, el marco es espléndido. Muchos de los cófrades dejan ver su cara mientras que otras cofradías siguen usando el gorro este puntiagudo, eso depende de cada carisma de cada cofradía.
Creo que esta es una diferencia muy grande con México, en España la mayor fiesta es cuando Jesús resucita, mientras que en México la mayor fiesta es cuando muere, mientras veía el encuentro pensaba que estamos muy acostumbrados a quedarnos en la tragedia, a no seguir, a que cuando la cosa se arregla o Cristo resucita, seguimos dándonos golpes de pecho lamentando el momento en que se jodió.
Nos quedamos atorados en el tiempo y para muestra basta con ir a cualquier pueblo y ver las imágenes, por cada Santo hay dos Vírgenes llorosas y un Cristo recibiendo latigazos, otro preso con las manos atadas y la corona de espinas puesta, otros dos crucificados y alguno más muerto. No, en México parece que solo muere y no lo digo en un sentido religioso únicamente sino que me refiero al trabajo de todos los días.
Si salió tal gobernante y es una porquería, y nos va a dejar en la miseria pues ya que… morimos, si nos cortan el agua y no tenemos como lavar platos o bañarnos, pues ya que… morimos, si nuestro equipo de fut bol pierde contra un país que tiene el mismo número de habitantes que una de las colonias del D.F., pues ya que… morimos, si, si, si, y así podría seguir, creo que lo que pasa en semana santa es reflejo de una sociedad acostumbrada a morir.
Me acuerdo cuando era chico que estaba muy consternado cuando me enteré que la misma persona que traía los regalos de navidad era ese ser casi deforme colgado en la cruz, porque le hacen eso, ¿qué no vez que te tienes que portar bien para los regalos?, mi hermana inocente en ese entonces me dice, pero no te preocupes, resucita después.
Si, como todo, eso pasa después, y por eso solo nos damos chocolates cuando llega ese después, porque además ya está prohibido quemar a Judas, que si te fijas querido amigo lector, no festejamos que gana el bueno sino que vamos y nos jodemos al malo.
Habrá que meditar, a que le damos importancia, si ¿joder al malo o resucitar?, quizá seamos aficionados a morir. Pero si algo aprendí esta Semana Santa es que merece más unión, más emotividad el ganar que el no perder, el festejar más que el lamentar, el subir más que el bajar, feliz Pascua, y hazme un favor resucita alguna de tus muchas muertes y festéjalo como en el encuentro, de cara a tu madre quitándole el velo negro.